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¿Qué es la depresión? Causas, tratamientos y estrategias de prevención

Este artículo profundiza en la comprensión de la depresión, uno de los trastornos mentales más comunes y complejos a nivel mundial. A través de un enfoque basado en evidencia científica, explora qué es la depresión, sus síntomas, las múltiples causas que la originan, los tratamientos más eficaces disponibles y las estrategias preventivas clave. Además, destaca la importancia de intervenciones personalizadas y políticas públicas que promuevan el acceso equitativo a la salud mental. Un recurso imprescindible para quienes buscan entender y abordar esta condición de manera integral.

PSICOLOGÍA CIENTÍFICACIENCIAS DEL COMPORTAMIENTOPSICOTERAPIA

Diego Alberto Castañeda de la Madrid - Maestrante en Ciencias del Comportameinto

1/13/20259 min read

La depresión, considerada una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, es un trastorno mental complejo que afecta a millones de personas. Aunque frecuentemente se percibe como una tristeza prolongada, la depresión es mucho más que eso. Este artículo explora qué es la depresión, sus causas, los tratamientos más eficaces y las estrategias preventivas, basándose en evidencia científica reciente.

¿Qué es la depresión?

Desde una perspectiva conductual, la depresión puede entenderse como una respuesta disfuncional a condiciones ambientales que reducen el acceso al reforzamiento positivo y aumentan el control aversivo (Kanter et al., 2008). El trastorno depresivo mayor (MDD, por sus siglas en inglés) se caracteriza por:

  • Estado de ánimo persistentemente bajo: Se refiere a una sensación prolongada de tristeza o desesperanza, que se experimenta casi todos los días. Este síntoma afecta la forma en que una persona percibe su entorno, sus relaciones y a sí misma, dificultando el disfrute de la vida.

  • Pérdida de interés en actividades placenteras: También conocida como anhedonia, es la incapacidad para experimentar placer o interés en actividades que anteriormente resultaban disfrutables, como pasatiempos, relaciones sociales o incluso rutinas cotidianas. Este síntoma puede generar un sentimiento de desconexión emocional con el entorno.

  • Alteraciones en el apetito y el sueño: Apetito: Puede manifestarse como una disminución significativa del apetito, lo que lleva a pérdida de peso no intencional, o como un aumento del apetito que puede provocar sobrepeso. Sueño: Incluye el insomnio (dificultad para conciliar o mantener el sueño) o la hipersomnia (dormir en exceso). Estas alteraciones afectan el funcionamiento diario y exacerban otros síntomas, como la fatiga.

  • Fatiga o pérdida de energía: Se trata de una sensación constante de cansancio físico o mental que no mejora con el descanso. La fatiga puede dificultar actividades simples, como levantarse de la cama o completar tareas cotidianas, y contribuir a la sensación de incapacidad.

  • Pensamientos recurrentes de inutilidad, culpa excesiva o suicidio: Inutilidad: Creencias persistentes de que uno no tiene valor o propósito, acompañadas de autocrítica severa. Culpa excesiva: Sentimientos desproporcionados de culpa por situaciones del pasado o del presente, incluso cuando no hay motivos claros para sentirse culpable. Suicidio: Incluye pensamientos recurrentes sobre la muerte, deseos de morir o ideación suicida activa, lo que puede representar un riesgo crítico para la vida y requiere intervención inmediata. (DSM-5).

Cada uno de estos síntomas contribuye a la complejidad del Trastorno Depresivo Mayor y puede variar en intensidad entre las personas. Su manejo adecuado requiere un diagnóstico preciso y una intervención integral que aborde las causas y consecuencias del trastorno.

El análisis funcional individualizado es un enfoque clave para comprender y abordar la depresión, ya que reconoce que no todas las personas experimentan este trastorno de la misma manera. Según Kanter et al. (2008), este enfoque se basa en identificar los factores específicos que contribuyen al inicio, mantenimiento y exacerbación de los síntomas depresivos en cada individuo. Este análisis no solo permite comprender las diferencias entre personas, sino también cómo los mismos factores pueden afectar de manera distinta a una persona a lo largo del tiempo.

Causas de la depresión

1. Factores biológicos

Inflamación crónica

Las citocinas proinflamatorias como la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) están asociadas con episodios depresivos y resistencia al tratamiento. Estos marcadores inflamatorios sugieren un vínculo entre el sistema inmunológico y la salud mental (Zonca, 2021; Cattaneo et al., 2020).

Disfunción del eje HPA

El eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA), que regula la respuesta al estrés, muestra disfunciones en personas con depresión. Niveles alterados de cortisol, la hormona del estrés, se asocian con una mayor vulnerabilidad a la depresión (Zonca, 2021).

Factores genéticos

Aunque existe evidencia de predisposición genética en algunos casos de depresión severa, los factores ambientales tienen un peso más significativo en la mayoría de los casos. La interacción entre genes y ambiente es clave para comprender este trastorno (Kanter et al., 2008).

2. Factores psicológicos

Experiencias adversas

Eventos adversos en la infancia, como el abuso o la negligencia, incrementan significativamente el riesgo de desarrollar depresión en la adolescencia y adultez. Estos eventos modelan cómo las personas procesan sus emociones y afrontan situaciones adversas (Zonca, 2021; Kanter et al., 2008).

Procesos cognitivos

La rumiación, definida como un estilo de pensamiento repetitivo y negativo, es un predictor común de la duración y severidad de los episodios depresivos. Este proceso inhibe la resolución de problemas y perpetúa el estado de ánimo depresivo (Kanter et al., 2008; Zanardi et al., 2022).

Consumo de sustancias

El consumo de sustancias psicoactivas, como alcohol o drogas, está estrechamente relacionado con el desarrollo y mantenimiento de la depresión. Estas sustancias pueden alterar el equilibrio químico del cerebro, exacerbar los síntomas depresivos y reducir la capacidad de la persona para afrontar problemas cotidianos. Además, el uso crónico de sustancias suele estar relacionado con patrones de evasión que perpetúan el ciclo depresivo.

Eventos estresantes

Los eventos estresantes significativos, como la pérdida de un ser querido, el divorcio, problemas financieros o enfermedades graves, pueden desencadenar episodios depresivos. La respuesta al estrés varía según el individuo y los recursos disponibles para manejar estas situaciones. La acumulación de eventos estresantes también puede aumentar la vulnerabilidad a la depresión al agotar la capacidad de afrontamiento de la persona.

3. Factores sociales

Aislamiento social y desigualdad económica

El aislamiento social, la desigualdad económica y la pobreza son factores de riesgo significativos para la depresión. Según Kanter et al. (2008), estas condiciones pueden reducir el acceso al refuerzo positivo y aumentar el control aversivo, factores fundamentales en el desarrollo de los síntomas depresivos desde una perspectiva conductual. Además, Zonca (2021) destaca que la pandemia de COVID-19 intensificó estos factores, incrementando el aislamiento y el estrés, particularmente entre adolescentes y adultos jóvenes. Las restricciones sociales y las dificultades económicas exacerbaron la vulnerabilidad psicológica de estos grupos, creando condiciones propicias para el aumento de los casos de depresión.

Este contexto no solo incrementó la incidencia de nuevos casos de depresión, sino que también exacerbó los síntomas en quienes ya padecían este trastorno, destacando la importancia de intervenciones estructurales para reducir las desigualdades y promover el acceso a servicios de salud mental (Kanter et al., 2008; Zonca, 2021).

Contextos de estrés crónico

Estresores crónicos, como problemas financieros o laborales, también contribuyen al desarrollo de la depresión. Estos factores suelen interactuar con predisposiciones biológicas y psicológicas (Kanter et al., 2008).

Tratamientos más eficaces

1. Farmacoterapia

Antidepresivos

  • ISRS e IRSN: Son tratamientos de primera línea para la depresión. Sin embargo, cerca del 30% de los pacientes no responden a estos medicamentos, lo que lleva a considerar otras opciones (Zanardi et al., 2022).

  • Antidepresivos tricíclicos (ATC): Utilizados en casos de resistencia al tratamiento, han mostrado eficacia en pacientes no resistentes (Zanardi et al., 2022).

Tratamientos avanzados

Técnicas como la estimulación magnética transcraneal (TMS) son útiles para casos complejos de depresión resistente (Zanardi et al., 2022).

2. Psicoterapia

Terapia cognitivo-conductual (TCC)

La TCC es eficaz para modificar pensamientos negativos automáticos y patrones de comportamiento desadaptativos asociados con la depresión (Kanter et al., 2008; Hiroshi Gibson, 2024).

Terapia de activación conductual

Fomenta la reintroducción de actividades reforzantes en el entorno del paciente, abordando las reducciones en el reforzamiento positivo que perpetúan el trastorno (Kanter et al., 2008).

Terapia basada en la aceptación y compromiso (ACT)

Se enfoca en reducir la evitación de eventos internos aversivos y promover conductas alineadas con los valores personales (Kanter et al., 2008).

Análisis funcional individualizado

El análisis funcional individualizado examina las relaciones entre el comportamiento de la persona y su entorno, considerando cómo las experiencias pasadas, las condiciones actuales y las contingencias futuras influyen en la depresión. Este enfoque implica:

  1. Identificar los factores desencadenantes: Explorar los eventos o condiciones que precipitan los episodios depresivos, como pérdidas personales, estrés crónico o cambios significativos en la vida.

  2. Examinar las contingencias de reforzamiento: Determinar cómo el entorno refuerza o perpetúa ciertos comportamientos o patrones de pensamiento asociados con la depresión, como el aislamiento social o la evitación de actividades placenteras.

  3. Reconocer la variabilidad en la severidad: Evaluar cómo los síntomas pueden fluctuar en intensidad según las circunstancias ambientales, los recursos personales o el apoyo social.

  4. Analizar el curso temporal: Comprender cómo la depresión se desarrolla y cambia con el tiempo, considerando factores como recaídas, remisiones parciales y patrones recurrentes.

Prevención de la depresión

1. Identificación temprana

El uso de biomarcadores como niveles elevados de IL-6 y cortisol permite identificar individuos en riesgo de desarrollar depresión, especialmente en adolescentes (Zonca, 2021; Cattaneo et al., 2020).

2. Reducción de factores de riesgo

· Políticas públicas: Es fundamental implementar estrategias que reduzcan desigualdades sociales y económicas, ya que estas condiciones son factores de riesgo significativos para el desarrollo y mantenimiento de la depresión (Zonca, 2021). Las políticas públicas deben enfocarse en garantizar que todas las personas, independientemente de su nivel socioeconómico, tengan acceso equitativo a servicios de salud mental de calidad. Esto incluye:

Aumentar la inversión en salud mental: Actualmente, en muchos países, el presupuesto destinado a salud mental es insuficiente para cubrir las necesidades de la población, especialmente en comunidades vulnerables. Por ello la necesidad de asignar recursos para construir más centros de atención psicológica, contratar personal capacitado y garantizar la disponibilidad de terapias basadas en evidencia.

Facilitar el acceso a tratamientos: El costo elevado de los tratamientos de salud mental, incluidos medicamentos y terapias, es una barrera para muchas personas. Políticas como subsidios, servicios gratuitos o de bajo costo, y la inclusión de la salud mental en los sistemas de seguros médicos públicos pueden aliviar esta carga económica.

Programas comunitarios de prevención y promoción: Diseñar e implementar programas que no sólo traten la depresión, sino que también trabajen en su prevención a través de la educación y el fortalecimiento de habilidades emocionales y sociales. Por ejemplo, campañas públicas que promuevan el bienestar psicológico, el manejo del estrés y la importancia de buscar ayuda profesional pueden reducir el estigma asociado con la salud mental.

Enfoque en poblaciones vulnerables: Las políticas deben priorizar a aquellos grupos que enfrentan mayores barreras, como personas en situación de pobreza, niñ@s, mujeres, adolescentes, minorías étnicas y comunidades rurales. Esto incluye garantizar la disponibilidad de servicios en áreas remotas mediante tecnologías como la telepsicología.

Educación y capacitación: Invertir en la formación de profesionales de la salud mental para que puedan atender a las comunidades de manera efectiva. Además, capacitar a docentes y líderes comunitarios para detectar señales tempranas de depresión y canalizar a las personas hacia los servicios adecuados.

Medición y evaluación de impacto: Establecer sistemas para monitorear la eficacia de estas políticas es crucial. Medir indicadores como el acceso a servicios, la reducción de síntomas depresivos en la población y el impacto económico de la salud mental puede guiar la mejora continua de las estrategias implementadas.

Las políticas públicas no sólo deben centrarse en abordar la depresión desde una perspectiva clínica, sino también en atacar las raíces estructurales del problema. Al reducir las desigualdades sociales y económicas, y garantizar acceso equitativo a servicios de salud mental, se puede lograr un impacto significativo en la calidad de vida de millones de personas y avanzar hacia una sociedad más saludable y equitativa (Zonca, 2021).

3. Promoción del bienestar

· Actividades reforzantes: Fomentar la participación en actividades placenteras y redes de apoyo social contribuye al bienestar emocional.

· Reducción del estigma:Promover una mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental y normalizar la búsqueda de ayuda profesional son pasos esenciales (Kanter et al., 2008; Hiroshi Gibson, 2024).

Conclusión

La depresión es un trastorno complejo y multifactorial, pero tratable. La evidencia científica muestra que comprender sus causas, implementar tratamientos basados en evidencia y desarrollar estrategias preventivas integrales son esenciales para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. Si estás enfrentando síntomas de depresión, busca ayuda profesional. La salud mental es una prioridad que merece atención y cuidado.

Referencias

Cattaneo, A., Ferrari, C., Turner, L., et al. (2020). Whole-blood expression of inflammasome- and glucocorticoid-related mRNAs correctly separates treatment-resistant depressed patients from drug-free and responsive patients in the BIODEP study. Translational Psychiatry, 10(1), 232.

Hiroshi Gibson, Q. (2024). Interventionism and intelligibility: Why depression is not (always) a brain disease. Journal of Behavioral Interventions, 35(2), 123-145.

Kanter, J. W., Busch, A. M., Weeks, C. E., & Landes, S. J. (2008). The nature of clinical depression: Symptoms, syndromes, and behavior analysis. The Behavior Analyst, 31(1), 1–21.

Zanardi, R., Attanasio, F., Fazio, V., et al. (2022). Resistant or not resistant depression: That is the question. Journal of Psychopathology, 28, 47–52. https://doi.org/10.36148/2284-0249-453

Zonca, V. (2021). Preventive strategies for adolescent depression: What are we missing? A focus on biomarkers. Brain, Behavior, & Immunity - Health, 18, 100385. https://doi.org/10.1016/j.bbih.2021.100385

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